viernes, 26 de abril de 2013

Me quiero quedar, Ministro.


Como es de público conocimiento, uno de los "trending topics" (temas que generan tendencia en la opinión de twitter, extraña red en la que reptan analiza certeramente Mauro Viale; todo eso quiere decir) fue la frase políticamente desatinada de Lorenzino "Me quiero ir..." Esa actitud del ministro, en mi opinión, fue desatinada, pero al mismo tiempo mal entendida. Como no solamente me dedico a estudiar lenguajes, sino tabién el proceso de semiología -la forma en que damos significado a las cosas-, ya sea en el lenguaje escrito, como el hablado, en todos sus ámbitos -prosa, verso, teatro, cine, pintura, música (si señora, también se puede significar cosas a través de un tono)- puedo interpretar la "interpretación" que se le dio en los medios hegemónicos, y una segunda interpretación para lo cual se necesita relativizar los contextos (no tomar una u otra posición sobre el tema como absoluta y verdadera).

La interpretación más immediata es la que le dieron los medios dominantes. Un ministro, al ser entrevistado por una periodista en el extranjero - todo lo que viene de afuera es mejor para la clase media argentina culturalmente colonizada y autodesignada para defender la república- se asusta y se va al no poder contestar la pregunta. El primer detalle es que esta clase media poco crítica - que no se detiene a apreciar cosas - de los perfiles políticos, interpreta la pobreza comunicacional de Lorenzino como el resultado de una situación incómoda. Lorenzino ES un "comunicador ineficiente." Varias veces se lo he hecho notar en el "muro" (facebook) de los seisieteochistas - al cual tengo cierto sentimiento de pertenencia -. Pero a diferencia de la clase media argentina, Lorenzino no ve una prensa a la cual se le tenga que dar muchas explicaciones, o reparar en lo que la periodista diga. ¿Por qué Lorenzino no respeta la periodista intelectualmente? Primero, la pregunta sobre la inflación es una pregunta de "manual" de la derecha argentina. Desde que la pregunta le es formulada, Lorenzino comienza a dudar en su respueta mucho más que lo habitual para los que ya conocemos al ministro explicando, porque como dije, es un "comunicador ineficiente" (no quiere decir que no sepa su materia, economía). Su dubitación exesiva puede generarse a partir de que su cerebro está procesando más información que la respuesta. Está interpretando la postura de la peridista. No solo está elaborando el contexto linguístico -la pregunta en sí y su posible respuesta- sino que está elaborando el contexto metalinguístico -las razones de dicha pregunta, quién la hace, desde qué posición en el mundo-. Es una periodista que está formulando preguntas de "manual" (de la derecha Argentina), por lo tanto no cree necesario que haya un compromiso genuino en el "acto linguístico", ese de la información que requiere para contestar la gran mayoría de las preguntas. La periodista no quiere que le conteste, no le interesa, le interesa hablar de una cosa para la cual ya tiene fuentes -medios opositores y oficialistas- de la propia Argentina de dónde levantar dicha información: la inflación. La periodista está, más allá del "acto linguístico", produciendo un "acto metalinguístico", pues tiene implicancias políticas el solo hecho de hacer la pregunta. Es así como la respuesta honesta del ministro -"los índices son algo complejos en la argentina"- es seguida por otra pregunta, que es otro "acto metalinguístico":¿cuál es el índice de inflación? Es aquí donde vemos a Lorenzino tratar de buscar la información en su memoria, tratando de dar un dato preciso, pero ya está pensando en abandonar el "compromiso linguístico". Lorenzino ya se dio cuenta que frente a él hay una "operadora política." Sin el más mínimo reparo, Lorenzino dice casi en forma desairada "me quiero ir..."
Sí, estoy de acuerdo, una pobre elección de palabras. Parece que estuviera en un aprieto. A mi parecer, en un momento, Lorenzino logra entender la finalidad de la entrevista y la pérdida de tiempo. Pero, ¿por qué Lorenzino no continúa con su "compromiso linguístico"? Es mi parecer que éste no cree que tenga que dar explicaciones a una "operadora política" cuyo país - Grecia - está siendo partida en pequeños fragmentos, un país que fue pionero en la última década en los suicidios de personas que vieron su futuro comprometido, un país que depende de las decisiones que se toman en Alemaña, un país que poco va a informarse sobre Argentina mediante una periodista que pregunta por la inflación, cuando en la Argentina la clase media se ha duplicado según organismos internacionales.

Ahora bien, ésto es simplemente una deducción sobre un hecho linguístico y metalinguístico (que trasciende el lenguaje). A mí sí me hubiera gustado quedarme y explicarle, pero entiendo al ministro, es una tarea casi imposible, porque de haberse quedado a darle una respuesta, lo hubieran tratado de loco, no de cobarde ignorante como lo han tratado.
De haber estado ahí, cosa que no fue así, hubiera -note el maravilloso uso del subjuntivo- respondido que los índices que maneja el INDEC son complejos, sí, pero los inventaron los matemáticos, y los matemáticos que yo conozco son todos humanos.
La inflación es un índice que refleja la "devaluación" del poder adquisitivo de una moneda, pero es simplista ésta definición. Aún así, la vamos a tomar en cuenta.

Los que discuten inflación con todas las letras lo hacen con elaboradas ecuaciones que inclyen términos como "emisión de moneda", "costo de producción", "utiliad", "interés", "dinero físico", por nombrar lo más sencillo, y dejando afuera la nomenclatura de los símbolos matemáticos. Como usted y yo, ambos, tocamos de oido, hablaremos en términos sencillos: "¿cuánto me sale?". Eso es con lo que le taladran la cabeza día tras día a la gente como usted y yo, pobres ignorantes que abrimos la billetera para mostrarle al vecino que compramos un dolar para tener suerte y lo atesoramos en el bolsillo. A la hora de plantear "cuánto me sale" hay que hacer una distinción: ¿eso que compramos, se produce en nuestro país, o el producto forma parte de ese macabro diseño de producción mundial que fabrica mercancías en fábricas de trabajo escalvo en algún remoto país bajo una marca reconocida? Si se produce aquí, le sale más barato. Pero a usted le vendieron la idea de que lo que viene de afuera es mejor, y usted quiere vivir mejor. El diseño del mercado mundial generó ese mito: las marcas. Sin embargo, le escondieron que en nombre de la "rentabilidad", de la ganancia para ser más simple, se desarrolló la "obsolescencia programada." Sí, esa computadora, esa zapatilla, ese foco que compra y que viene de afuera está fabricado para que no dure. Esto forma parte de la tendencia mundial, para que pueda volver a comprar o, en su defecto, cuando se le rompa una parte, pague casi la mitad del valor del producto entero por una simple pieza mecánica. Esto es tan cierto de los productos importados - que se fabrican afuera - como de los productos nacionales - que se fabrican dentro del país -. Así, entonces, cuando la gente habla de los productos electronicos caros de "primera" marca que se producen afuera, desconocen que ya vienen diseñados con la idea que falle. Si compra nacional, también va a fallar, pero a usted, lo nacional, no le da "estatus", "una posición" social, algo que lo haga sentir parte de ese primer mundo consumista. Pero también es cierto que si compra algo nacional, está dando trabajo a su vecino, cuyo hijo no tendrá la necesidad de matarlo en un robo porque el padre pudo pagarle una educación que lo "incluya". ¿Ya lo mataron? Bueno, se podría haber evitado ese hecho si hubiese comprado un plasma nacional para que el padre del delincuente pudiese haber educado al malhechor -nótese el magnífico uso del subjuntivo otra vez-. Pero estas cosas están reguladas - la importación-, y en buena hora.
Pasemos entonces a otro caso en el que miden la inflación y tanto usted como yo damos cátedra en cualquier bar que visitemos - por más que sudemos ignorancia-. El caso paradigmático es: "el precio del dolar". Tanto usted como yo repetimos burradas como, el dolar está 9 pesos. El dolar no tiene ese precio. Los volúmenes multimillonarios de dinero que mueven las empresas ajustadas a derecho -que están en regla- y de las cuales tanto su cabeza como la mía dependen, y hasta la del dueño del bar en el que nos encontramos bebiendo, se manejan con el precio oficial. El llamado dolar blue (muchos le hacen chistes con el color azúl, desconociendo, burramente como usted y yo, que es una palabra polisémica), o más precisamente el dolar ilegal, trucho, clandestino, negro; es como el dinero que maneja el señor de la quiniela clandestina, ese que a veces le jugamos cuando pasa el vendedor, sin posibilidad de jubilarse, sin obra social, y que cobra por la changa, esa quiniela que conocen los propios policías pero jamás hacen un allanamiento. Por suerte son volúmenes de dinero nimios -insignificantes-. Pero en el bar hablamos tanto de la quiniela clandestina que pensamos que dos borrachos como usted y yo somos la Argentina, especialmente después del segundo tinto con soda, Talacasto, bien nacional -vio que todavía está barato-.
Pero la discusión no termina ahí, porque mientras "determinados" productos aumentan, la gran mayoría de los productos nacionales están estables. Agreguemos que todos los años hay paritarias, que hay aumentos, o sea que de alguna forma no sólo puede seguir comprando, sino que puede comprar un poquitito más. Para colmo, estas paritarias se resuelven en base a la inflación; inflación que tanto usted como yo seguimos sin saber qué carajo es en primer lugar.

Como verá, hay muchas razones por las cuales Lorenzino se levantó, no solamente esa que usted interpreta como la única. No estaba asustado, es así la mayoría de las veces que habla. Pero de haber expuesto esta explicación, lo hubiesen tratado de loco. Yo ya estoy acostumbrado, tanto que cuando me tratan de loco, lo llevo al terreno de la psiquiatría: ¿usted se refiere al loco según se lo concebía en la edad media; como lo intentó entender Freud; o los avances de Lacan en la importancia de los sistemas que definen la realidad? Porque, siendo que hay dos sistemas de dólares, bien puede haber dos realidades; dependiendo de la clase de loco, creerá en uno u otro, y cuando base sus decisiones en tal o cual sistema, su cordura quedará demostrada en los aciertos financieros, o su ruina.

Así que terminando, si esta carta la leyera la presidente le diría:
Por favor, llame la atención de ese Ministro que no resolvió "políticamente" bien una situación que hubiera podido ser más provechosa -¡cómo estoy con el subjuntivo!-, que entrene su léxico, su capacidad discursiva. Por último, le diría que yo, en estos últimos diez años me he querido quedar y lo demostré quedándome, quemándome las pestañas, queriendo y por qué no amando, aguantando, intentando; y aunque jamás tuve la oportunidad de irme, jamás lo he deseado, no me hubiera animado, atreverme a dejar este suelo que he habitado, tantos años, tan vapuleado. Gracias, y que el cantinero sirva otro vino nacional.

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